Homilía del día

HOMILÍA DEL VIERNES 17 DE OCTUBRE DE 2025.

MEMORIA DE SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA

Queridas hermanas, hermanos, amigos.

Continuamos escuchando en la 1ª lectura la carta de san Pablo a los Romanos. En esta carta encontramos muchas ideas del pensamiento teológico de Pablo desde su fe en Jesucristo. Con esta carta el apóstol quiere presentarse a las comunidades cristianas que vivían en Roma, la capital del imperio, pequeñas comunidades que el no había fundado y quería conocer. Desde esta carta san Pablo expone su pensamiento cristiano con algunas catequesis.

Hoy por ejemplo, en el capítulo 4, el apóstol insiste, y lo seguirá haciendo, en que la salvación es un Don gratuito de Dios por medio de la fe, la fe que es apertura, encuentro y relación con Jesús y su proyecto de salvación. Hoy Pablo cita dos personajes conocidos del Antiguo Testamento: a Abraham el patriarca y al Rey David. De Abraham dice, citando el libro del Génesis en el c.15, que ya anciano, sin tierra y sin descendencia, por su fe en Dios, por creer en la promesa de Dios, es salvado. Sin más méritos que su fe. De David, citando el salmo 32, reconoce su pecado y su debilidad y, sin más méritos, es perdonado, es salvado y mejorado por su fe en Dios. Así, la 1ª lectura de hoy es una invitación a perseverar y profundizar en nuestra fe, a no quedarnos solo en el rito o la ley reducida al cumplimiento pero sin convicción del corazón. La fe como apertura, encuentro y relación con Jesús.

Y en el Evangelio, continuamos escuchando las advertencias de Jesús contra la hipocresía, ‘desconectar’ la fe de la vida y reducirla precisamente a un rito vacío de significado o la fe como algo que se ‘usa’ de vez en cuando pero no inspira, mejora y sostiene la vida. De ahí una de las frases de Jesús hoy: “cuídense de la levadura de los fariseos”. Una nota cultural, en la tradición judía no se usa la levadura porque descomponía, según una idea, o quitaba la pureza de la masa y de los alimentos. Así, podemos entender la advertencia de Jesús: cuídense de lo que los descomponga, de lo que quite su pureza, lo que los contamina.

Pidamos al Señor, que nos de la fortaleza de los mártires, de aquellos que aun en la adversidad de la vida o en los limites humanos, permanecieron fieles a su fe en Dios y en su promesa de salvación. Que la comunión con Jesús nos fortalezca.

Amén.

P. César

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