Plegaria a la Virgen del Camino

¿Quién es esa mujer que angustiada, vacilante y llorosa camina?

Así canta el pueblo a la Dolorosa del Camino como símbolo de un destino universal: la tragedia secular de ser mujer en muchas partes del mundo.

¿Hasta cuándo, Señora, tendremos que ver a mujeres de tantas culturas y nacionalidades, que andan por los caminos como Tú: vacilantes, llorosas, angustiadas, con hijos muertos en el regazo porque se los ha matado el hambre, las guerras, el terrorismo, con el fantasma del silencio en sus labios, porque su opinión no sirve de nada. Con la amargura de los renegrones de los malos tratos en el rostro, en una sociedad que no reconoce que lo más parecido a Dios, de todo lo que en el mundo existe, es la gratitud radical de ser mujer-madre para el hijo?

¿Por qué un camino tan amargo, Señora, para tantas miradas de mujeres anónimas que, desde las imágenes y fotografías de los medios de comunicación, suplican que alguien se apiade de tanto dolor, de tanto desconsuelo, de tanta barbarie?

Señora del Camino, de los caminos que hoy más que nunca recorren tantas mujeres con lo que queda de hogares y familias destruidas, escucha a quienes han perdido la esperanza: a esas mujeres que padecen el apartamiento secular en sus culturas, a las que fueron violadas en su cuerpo y en su alma, a las que quieren lapidar quienes se olvidan de que nadie puede tirar una piedra contra nadie.

Pero también vuelve Tus ojos sobre todas aquellas mujeres que se extinguen en la desolación más absoluta y nadie las echa en falta, a quienes fueron relegadas a la sombra por sus hijos, tan brillantes y también tan ruines, a las mujeres engañadas, a cuantas quisieron cambiar el mundo con su ternura y su delicadeza, y terminaron en la noche interminable de las drogas y de la esclavitud de su cuerpo.

Señora, a todas las mujeres, a todas, llénalas de tu esperanza.

Encargada a Juan Luis Puente López por el Cabildo de la Catedral de León, para ser leída en la novena a la Virgen del Camino celebrada en septiembre de 2002.

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